Gustavo Fernández, su cuidador, nos cuenta cómo es la vida de este macho de koala en el Zoo de Madrid.
Bengero llegó a Madrid en agosto de 2005 procedente del Zoo de Duisburg, donde había nacido el 24 de mayo de 2003.
Desde el principio, quedó claro que se trataba de un animal con marcada personalidad. En la época de celo hay que tener cuidado con él porque está un poco alterado pero, por lo general, es un animal tranquilo, que se deja hacer por parte de sus cuidadores y no rehúye una caricia; de hecho, durante las exploraciones rutinarias que se le realizan, parece encantado.
Hace algunos años, aprendió a entrar de la pradera exterior al interior cuando era reclamado por sus cuidadores. Sin embargo, en muchas ocasiones se le deja la puerta abierta para que entre sólo cuando lo desee. Las salidas al exterior son para que pueda tomar el Sol, ya que para los koalas es muy importante. Por este motivo, cuando debido a las malas condiciones meteorológicas no pueden salir, se les dispensan baños de rayos ultravioletas durante un mínimo de 15 minutos, dos veces al día.
Es un animal especialmente ágil, que no duda en saltar alturas superiores al metro, tanto en horizontal como en vertical, cuando baja o sube de las ramas en la pradera o en el interior de su dormitorio.
La longevidad de los Koalas es de 12 a 14 años, aunque algunos ejemplares han llegado a vivir 18 en los zoos, por lo que podemos considerar a Bengero como un animal mayor.
Bengero, y en general todos nuestros koalas, ha conseguido calar muy profundamente entre sus cuidadores; es un animal que, por su forma de ser, se hace destacar y querer.
La atención de estos animales exige a sus cuidadores la capacidad de realizar todas las tareas necesarias de manera especialmente rigurosa, debido a que son muy delicados y sensibles a cualquier alteración. Por ello se controlan todos los parámetros que de una u otra manera afectan a su bienestar.
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