El zoólogo francés Federico Cuvier descubrió el Panda Rojo (Ailurus Fulgens) en 1825 y lo calificó como el mamífero más bello del mundo. Emparentando con el panda gigante y, en algunos casos, con el mapache por su cola anillada, este animal es un gran trepador que pasa la mayor parte del día durmiendo sobre las ramas.
Al igual que el panda gigante, el panda rojo habita en las montañas de Nepal y del norte de Birmania, así como en las regiones centrales de China. Ambas especies también comparten alimento: les encanta el bambú, dos tercias partes de la dieta del panda rojo está compuesta por esta planta. El resto lo forman frutas, raíces, hierbas, setas, huevos y bellotas. Ni el panda gigante ni el rojo pueden digerir la celulosa. Por eso, es tan importante que consuman gran cantidad de bambú para sobrevivir.
El panda rojo, también conocido como panda menor, es un animal tímido y solitario que utiliza su cola anillada como manta para protegerse del frío. Lamentablemente es una especie en peligro de extinción, víctima de la deforestación. La tala de árboles y la expansión de la agricultura está haciendo desaparecer su hábitat natural. Según datos oficiales, quedan alrededor de 2.500 ejemplares maduros en libertad.
En el Zoo Aquarium de Madrid podemos encontrar pandas rojos desde 1984, cuando llegaron las primeras crías desde Nepal. Son tantos los nacimientos de estos pequeños animales en el zoológico madrileño, que su reproducción está controlada. Como curiosidad, todos los nombres de los pandas rojos nacidos en el zoo comienzan por ‘Ma’ de Madrid. María, Macarena, Maruja, Manolo, Mateo o Macuto son algunos ejemplos de estos pandas tan prolíficos.