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La cebra viste un traje a rayas que, además de resultar tremendamente llamativo, le resulta muy útil: paradójicamente le permite camuflarse en su propio hábitat. La maraña de luces y sombras de la sabana impide, a cierta distancia, descubrirla. Es como si las líneas transversales de su cuerpo descompusieran su silueta e hiciesen que prácticamente resulte invisible en su entorno.
La Cebra Damara está diseñada para huir rápidamente, al galope, de ahí que su especialidad sea la carrera. Como en todos los équidos, apoya sus patas en un solo dedo; en su caso, sin embargo, posee unas extremidades finas, largas, y con una fuerte musculatura en la parte superior.
Reside en grupos enormes junto a otros animales como ñus y avestruces. En la sabana se produce una colaboración mutua entre diferentes especies: el avestruz avista en la lejanía, al tiempo que la cebra olisquea y descubre peligros cercanos.