Entrada online desde
La Jirafa es alta desde que viene al mundo (hasta 170 centímetros puede llegar a medir al nacer). Tan solo en su primer año de vida aumenta más de un metro de altura. Ya de adulta puede alcanzar los seis metros. Su cuello, larguísimo, y su lento caminar, le confieren un aspecto chocante y fascinante. Se caracteriza por poseer una vista magnífica, que le permite vigilar los alrededores de la sabana en la que vive. Debido precisamente a su altura, la Jirafa tiene un corazón de gran tamaño, capaz de bombear sangre hasta el cerebro. La pradera africana del Zoo sirve de hábitat para nuestras jirafas Rothschild, procedentes de Kenia y Uganda.
Silenciosa y poco territorial, suele pasarse la vida de acá para allá. En ocasiones se ve obligada a luchar con otras jirafas, usando la cabeza para defenderse (cuando se enfrentan a sus depredadores, son las patas las que utilizan como armas). Pocas veces se tumba: solamente cuando siente que no hay peligro. Forma manadas pequeñas y se aparea en cualquier época del año. La gestación dura de 14 a 16 meses. En cuanto a la alimentación, la Jirafa se dedica a ramonear las ramas de los árboles, si bien puede comer arbustos, hierbas y frutas.