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El Suricata (Suricata suricatta) es una pequeña mangosta. Ligero, de miembros delgados y musculosos, larga cola, se diferencia bastante del resto de su familia.
Sociable y fácil de domesticar, posee un olfato muy desarrollado y se caracteriza por ser una especie curiosa e inquisitiva.
Apareció en las regiones áridas de África durante el cuaternario, hace dos millones de años.
De cabeza ancha y redondeada con ojos oscuros, hocico en punta y cuartos traseros más gruesos que los delanteros, estos mamíferos son esencialmente diurnos y territoriales. El pelaje de su cuerpo es marrón claro, con manchas marrones y rojizas en la espalda.
Se distribuye sobre todo en el sur de África, a lo largo de sabanas o llanuras secas y abiertas.
Están perfectamente organizados a nivel social. Los suricatas forman colonias grandes e igualitarias, de unos diez individuos. En cuanto escasean o se agotan los recursos alimenticios, no se lo piensan: emigran para encontrar un nuevo terreno, más propicio.
Su dieta se basa en insectos, pequeños roedores, lagartijas y serpientes. Uno de ellos actúa siempre como centinela del grupo, erguido sobre sus patas; de esta manera, permanecen protegidos (tan pronto como detectan un peligro, el vigilante alerta al resto). Se le llama, cariñosamente, “centinela del desierto”, dada su costumbre de cuidar del grupo, constantemente.
Su afición favorita es tomar el sol, tanto en invierno como en verano. La temporada de cría y el número de camadas dependerá de las precipitaciones y de la disponibilidad de sustento.